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martes, 4 de junio de 2013

LOS HORRORES DEL GÉNERO

Tras la última oleada de violencia machista en España y los macabros y espeluznantes crímenes de Cleveland, siento la necesidad y el deber de hablar de la base principal sobre la que se construyen semejantes atrocidades: EL GÉNERO.

Lo primero, voy a aclarar las diferencias entre sexo y género:  el sexo es la condición biológica de ser hombre o mujer, el género hace referencia a una dimensión social, a los roles que se instauran en la sociedad y se adjudican a hombres y a mujeres por el simple hecho de ser hombre o mujer, y son el género femenino y y el género masculino. El hecho de ser hombre o mujer, de tener un sexo u otro, no determina unas destrezas o unas cualidades exclusivas. Es decir: por ser mujer no se es mejor cocinando, cuidando, escuchando, obedeciendo, limpiando, bailando,... ni por ser hombre se es mejor mandando, teniendo iniciativa, haciendo deporte, con el bricolaje, conduciendo,... El material genético no se encarga de eso, la sociedad sí.
El género es el que se encarga de pautarnos como ser buenas "mujeres femeninas" y buenos "hombres masculinos". La sumisión, la delicadeza, la sensibilidad, el cuidado a los demás, la obediencia, la ternura, etc, etc, etc... nos corresponde a las mujeres. La fuerza, la capacidad de mando, la protección, la dureza, la valentía, la lucha, la sabiduría, etc, etc, etc... les corresponde a los hombres. A simple vista, no parece que haya demasiado equilibrio entre las cualidades de unas y otros, ¿no? Se advierte una clara supremacía de lo masculino sobre lo femenino... Del hombre sobre la mujer.
Que es exactamente lo que sucede en la violencia machista. El caso de Cleveland es un caso de violencia machista en su expresión máxima, probablemente acompañada de otra serie de patologías o agravantes. Así lo entiendo yo.
Cuando, desde que nacemos, nos visten a las niñas de rosa y a los niños de azul, a las niñas nos hacen agujeros en las orejas y a los niños no, a las niñas nos dan muñecas para jugar y cuidar y a los niños un balón para ejercitarse y competir, a las niñas y niños nos cuentan cuentos en los que las princesas delicadas son siempre salvadas por valientes príncipes, todos llevamos primero el apellido de papá y segundo el de mamá, y un larguísimo etcétera de desigualdades más sutiles o más evidentes, es de esperar que lleguemos a la edad adulta y reproduzcamos esas desigualdades en nuestras relaciones de pareja y asumir esa superioridad del hombre sobre la mujer. Este hecho puede ser fatídico.
El sexo es algo que nos viene dado, que no podemos cambiar (no nos vayamos a casos extremos y complejos de transexualidad, me refiero en el día a día) pero el género sí. El género es educación: de la misma manera que hemos aprendido una cosa, podemos desaprenderla y aprender otra u otras nuevas. A día de hoy, sigue siendo muy complicado ese desaprendizaje por mucho Ministerio de Igualdad y muchas medidas a gran escala que se tomen, ya que ponemos la tele y seguimos viendo anuncios de detergentes teniendo como protagonistas a expertas mujeres sobre manchas y anuncios de coches cuyos protagonistas son apuestos caballeros... ¡ASÍ NO SE PUEDE!
LA EDUCACIÓN ES EL ARMA PARA COMBATIR LA VIOLENCIA. Y la asignatura Educación para la Ciudadanía era un buen comienzo en la educación para la igualdad, la tolerancia y el respeto... ahí lo dejo.
No podemos controlar todo lo que nos rodea, todos los mensajes que nos llegan ni ser inmunes a tooodas las presiones que nos acechan, pero sí podemos ser crític@s y cuestionarnos lo que nos intentan vender.
Tenemos un arma más poderosa que la violencia y las imposiciones: el cerebro.
USÉMOSLO.



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